Mucho cuidado con los excesos navideños

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Por Caraota Digital 6 Min de Lectura
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Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa

Hacía ya un mes que habían decretado las navidades en todo el territorio nacional. Las diferentes plazas y oficinas públicas se vistieron de adornos con luces multicolores. Desde muy pronto se escuchaban gaitas y aguinaldos en las distintas emisoras, interrumpidas por múltiples promociones de ofertas navideñas. El afán de trabajar fue sustituido por el intenso deseo de relajarse y divertirse.

Marcolino Aristiguieta ya había cumplido el medio cupón, era un hombre alegre con facilidad para el canto, siempre dispuesto a tomar el micrófono y tocar sus instrumentos favoritos: el cuatro o la guitarra.

Marcolino se contagió del poderoso ambiente festivo y decidió dar rienda suelta a las celebraciones, aceptando cuanta invitación le hacían para tragos y convites, compartiendo hasta altas horas de la madrugada para rematar en alguna arepera, donde saboreaba un buen sancocho con pan y mantequilla antes de irse a dormir unas pocas horas.

Estaba consciente del sobrepeso adquirido en las últimas dos décadas, así como de su condición de hipertenso y tener resistencia a la insulina, por lo que tomaba a diario diferentes medicamentos permitiéndole mantener sus valores estables.

Su mujer no tardó en advertir de los riesgos que corría al no darle descanso a su organismo, con una parranda permanente desde el día en que se decretaron prematuramente las festividades decembrinas, pero Marcolino estaba confiado en el tratamiento que seguía, el cual consideraba un antídoto para todos los males.

Para colmo, Marcolino tomaba en forma indiscriminada protector gástrico y analgésicos para evitar el terrible “ratón”. Con el correr de los días comenzó a observar los ojos encapotados y achinados al levantarse en las mañanas, así como las marcas dejadas por las medias en los tobillos.

El dolor de cabeza era frecuente, pero de inmediato lo calmaba con sus pastillas milagrosas y los ocasionales mareos los atribuía a la falta de sueño. Cuando la conciencia lo atenazaba, Marcolino se tranquilizaba pensando que al llegar enero todo cambiaría con un año nuevo de “dieta sana, ejercicio frecuente y cero trasnochos”.

Una madrugada de farra, después de tomar varias cervezas y unos cuantos rones acompañados de abundantes embutidos y fritangas, el grupo de amigos le pidió a Marcolino interpretar una conocida gaita zuliana. A mitad de la canción su visión comenzó a tornarse borrosa, el canto se transformó en balbuceo y frente a todos los presentes se desplomó sin terminar la canción.

Algunos borrachos gritaban entre risas: “métanle el dedo para que reaccione” y otros con más humanidad, le daban aire, usando como abanicos los menús de plástico. El dueño del negocio salió a la calle llamando la atención de unos policías, quienes entraron rápidamente al local y entre todos cargaron el pesado cuerpo de Marcolino hasta la patrulla.

Una vez en el hospital los médicos le reanimaron con diferentes maniobras y tras un minucioso reconocimiento encontraron un edema generalizado, auscultaron el clásico galope de la insuficiencia cardiaca acompañado de crepitantes pulmonares que delataban congestión de los alvéolos pulmonares.

En los exámenes de laboratorio se evidenció una importante alteración de diferentes valores, entre otros: altos niveles del azúcar de la sangre, baja hemoglobina o anemia, así como severos cambios en los electrolitos sanguíneos con preocupante elevación de la creatinina sugestivos de insuficiencia renal.

De inmediato Marcolino fue trasladado a la unidad de terapia intensiva donde a los días recuperó la consciencia conectado a diferentes máquinas entre ellas un riñón artificial que filtra la sangre, es decir, le practicaban la llamada diálisis. Los riñones son los órganos encargados de filtrar la sangre, eliminando tóxicos y manteniendo estable las diferentes sustancias que circulan en nuestro organismo, además ayudan al control de la tensión arterial y estimulan la producción de glóbulos rojos.

Todas aquellas enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos pueden dañar a los riñones que son órganos muy nobles y dan los primeros síntomas cuando ya el daño es muy severo. Entre otras patologías muy comunes están la hipertensión arterial y la diabetes que tienen al riñón como órgano blanco de su acción nociva.

También hay que tener presente la acción devastadora para los riñones de varios medicamentos cuando son consumidos en forma indiscriminada entre ellos los analgésicos del grupo llamado “aines o no esteroideos”.

Es importante guardar la moderación en el consumo de bebidas y comidas que nos permiten disfrutar momentos muy gratos con familiares y amigos, ya que por más que hagamos los tratamientos indicados, los mismos serán sobrepasados por estos desórdenes y abusos  que pueden afectar nuestra integridad.

Si deseas conocer mucho más, visita mis redes sociales @Drsotorosa.

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