¿Por qué somos luz de la calle y oscuridad de la casa?

Caraota Digital
7 Min de Lectura
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Por María Laura García 

Decir que no lo haces o lo has hecho es mentir, pero no te has preguntado por qué tendemos a tratar o contestarle de una manera menos amable a aquellos que tenemos mas cerca. Si, no lo niegues, seguramente te cuidas mucho mas de cómo reaccionas o le hablas a un extraño o incluso a tus compañeros de trabajo que a tus papás, familiares o amigos cercanos ¿Es que acaso por lidiar contigo todos los días no se merecen mayor respeto y consideración?

Como dicen un refrán popular venezolano: “La confianza da asco”. Una vez escuché de una persona elevada y vivida: ¿Los años, el afecto, la confianza y la fidelidad no merecen nuestro mayor respeto y consideración? Pues ¡SI! Y a muchos se nos olvida lamentablemente.

Me veo con frecuencia perdiendo la paciencia con mi mamá o con alguien de mi entorno inmediato porque mi subconsciente determina que deben ser perfectos y resulta que con un “cualquiera” tengo la tolerancia y la amabilidad de responder cariñosamente. Si haces eso ¡Ambos estamos equivocados! ¡Tú y yo! Así que siéntete poco crecido emocionalmente y rectifica, que este mensaje valga de recordatorio para nosotros y de explicación del por qué debes evolucionar espiritualmente.

Reflexiona…

Sincérate … ¿Tiendes a pagar tus frustraciones y malos momentos con quienes más quieres? ¿Por qué tratas peor a quienes más aprecias?

Todos cometemos esta clase el error. A nuestros seres queridos les mostramos, muchas veces, nuestra peor cara y los convertimos en víctimas de un comportamiento egoísta, desconsiderado, cruel o impulsivo que NO merecen. Al contrario, con vecinos, conocidos y otras personas menos cercanas, solemos mostrarnos amigables y educados, incluso en los malos momentos.

Cuidado, NO es que seamos malas personas, yo estoy segura que NO lo soy, e incluso esto no necesariamente significa que nuestras relaciones vayan mal o que tengamos algún problema de salud mental, ni mucho menos que estemos exentos de responsabilidad al respecto y que no intentemos mejorar, pero si debemos analizar los motivos (por qué), desentrañando nuestro inconsciente para remediar y evitar este tipo de reacciones nada justas. Entendiéndonos es más fácil ser cada día mejor ser humano.

No eres el primero ni el único que cuando estás estresado o tenso, por error, descargas tu frustración con tus allegados, lo que si debes es minimizar esos arrebatos o respuestas descontroladas y carentes de amor, para aligerar tu vibra y la del ambiente y con ello ganar en balance, en paz y bendiciones. Una persona que se siente “maltratada” no pensará de ti lo mejor, allí te dejo esa “perlita” y en consecuencia, qué energías recibirás de tu víctima, te lo has preguntado.

¡Cuidado! ¿Por qué pasa?

No me estoy refiriendo a tus reacciones como actos que buscan dañar intencional o deliberadamente o como manifestaciones que pueden tener que ver con un trastorno narcisista o psicopático. Pienso tan solo, en esos momentos en los cuales perdemos la paciencia o los nervios, por ejemplo, debido a un mal hábito de nuestra pareja o de nuestra madre, y les gritamos o hablamos en un mal tono, es más a veces lo hacemos cuando intentan ayudarnos.
Por supuesto, los queremos y no deseamos causarles dolor, sin embargo, estas situaciones ocurren con más frecuencia de lo que deberían y si los dañan emocionalmente.

Tratamos de forma ligera e intensa a quienes más queremos porque ellos son los que siempre están, con los que pasamos más tiempo y compartimos más momentos; por ello, están presentes en la alegría y el éxito, pero también en los instantes de frustración, angustia e insatisfacción ante los cuales no siempre somos equilibrados.
En esas situaciones desagradables, en las que las emociones negativas nos inundan y no sabemos controlarlas, los allegados que están a nuestro alrededor son las que pagan las consecuencias.

Cuando nos reunimos con conocidos, lo hacemos de forma puntual y deliberada, y lo hacemos con la intención y el propósito de compartir un momento ameno y divertido; estamos listos para interpretar ese papel y hasta para camuflar nuestro lado oscuro. En cambio, aquellos con los que convivimos, nos ven en todas nuestras facetas.

Nuestros afectos son también los que más nos aman y, por ende, estamos seguros de que soportarán nuestros malos modos sin mayores consecuencias, razón por la cual dejamos salir nuestras emociones sin filtro, a sabiendas de que esto no supondrá un rechazo o un abandono, pero ¿Es lo justo abusar del afecto?

Por otra parte, la intimidad de estas relaciones cercanas, según expertos, son disparadores de trauma, también el miedo o el temor, pero estos son escenarios sobre los cuales, precisamente un experto en salud mental es el que debería hablar o recomendar, y no yo. Si se ven reaccionando mal muy a menudo, no estaría de más consultar a un especialista para ver que parte de su psique o experiencias no procesadas son las responsables. Ese es mi aporte el día de hoy, visibilizar una conducta que no suma y nos impide ser mejores.

Finalmente…

No te sientas mal, pero actúa, ya que siempre tenemos que hacernos cargo de nuestras emociones y aprender a gestionarlas adecuadamente. Podemos sentir ira, disgusto, frustración o tristeza, pero no es saludable que estas sensaciones nos desborden y tomen el control de nosotros para con ello generar malestar en los que nos rodean, pues NO tenemos el derecho de hacerlo.

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