En los últimos meses, se ha reportado un alarmante incremento en las actividades delictivas del Tren de Aragua, una organización criminal venezolana que ha encontrado una nueva forma de operar infiltrándose entre los migrantes que se dirigen a la frontera de EEUU.
Esta peligrosa banda habría aprovechado la vulnerabilidad de los migrantes para obtener información y extorsionarlos durante su travesía, generando un clima de miedo e incertidumbre entre quienes buscan un futuro mejor.
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El modus operandi del Tren de Aragua es sofisticado y bien organizado. Sus miembros se estarían mezclando con los grupos de migrantes, ganándose su confianza y recabando información personal y detalles sobre sus planes de viaje.
Una vez que tienen suficiente información, comienzan a extorsionar a sus víctimas, amenazándolas con violencia o con revelar su situación a las autoridades migratorias.
Esta táctica ha permitido a la organización obtener grandes sumas de dinero, aprovechándose de la desesperación y la falta de recursos de los migrantes.
De acuerdo con datos suministrados por Telemundo, por parte de las autoridades en el estado mexicano de Chihuahua, el tráfico de migrantes es un negocio boyante.
En concreto se reporta entre 70 y 100 millones de dólares al mes solo en Chihuahua, según una reciente estimación oficial. Tanto es así que estos grupos locales han empezado a disputárselo a sangre y fuego. El Tren de Aragua sigue ofreciendo sus servicios al mejor postor, detalló el medio de comunicación estadounidense.
“Llegan con engaños de que van a cruzar a los Estados Unidos, y ya cuando los tienen casas de seguridad no los liberan, se convierte en un secuestro, empiezan a solicitar un intercambio monetario a las familias”, explicó Aaron Vidal, director de operaciones especiales de la Secretaría de Seguridad de Chihuahua.
TESTIMONIO
Ana, una venezolana quien prefirió usar un nombre ficticio para proteger su identidad, huyó de su país y atravesó el Darién hasta llegar a Tapachula, en el estado de Chiapas, al sur de México, cerca de la frontera con Guatemala.
Para reunirse con su esposo en Ciudad de México, pagó a coyotes para que la llevaran junto a sus tres hijos. Sin embargo, antes de llegar a su destino, fueron secuestrados por miembros del Tren de Aragua y un grupo mexicano que no pudo identificar.
“Me monté en un taxi porque me iban a hacer el transbordo de pueblo en pueblo, y me dejaron en un terreno grande, donde había gente, mucha gente a la que le estaban pidiendo dinero; te quitaban el teléfono, si tú tenías gente de Estados Unidos te quitaban más”, dijo Ana desde el campamento improvisado de migrantes en el que se refugió junto a su esposo en el centro de México al ser liberada.
Ana cree que sus secuestradores tenían información de las personas por las que podrían pedir un mayor rescate, y por eso sospecha que viajaban infiltrados entre los migrantes.