El huracán Helene dejó una estela de devastación a su paso por EEUU, con al menos 130 personas fallecidas y 600 más todavía desaparecidas.
Este fenómeno natural, que tocó tierra en Florida como un huracán de categoría 4, afectó gravemente a varios estados del sureste del país, incluyendo Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia y Virginia.
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Las autoridades continúan trabajando incansablemente en las labores de búsqueda y rescate, mientras que millones de personas se encuentran sin electricidad y enfrentan la difícil tarea de reconstruir sus vidas.
La magnitud de la tormenta ha sido tal que ha interrumpido las comunicaciones y ha dejado a comunidades enteras aisladas.
Los equipos de emergencia están utilizando todos los recursos disponibles para localizar a los desaparecidos, pero las condiciones adversas y los daños extensos están complicando los esfuerzos.
La Casa Blanca declaró, en consecuencia, el estado de emergencia en las áreas más afectadas y ha prometido apoyo federal para las labores de recuperación.
El presidente de EEUU, Joe Biden, expresó su solidaridad con las víctimas y sus familias, y ha instado a la población a seguir las indicaciones de las autoridades locales para garantizar su seguridad.
En una conferencia de prensa, Biden destacó la importancia de la preparación y la respuesta rápida ante desastres naturales de esta magnitud. También subrayó la necesidad de abordar el cambio climático, que está intensificando la frecuencia y severidad de estos eventos climáticos extremos.
De momento, Biden viajó este miércoles, 2 de octubre, a Carolina del Norte, uno de los estados más afectados.
La localidad de Asheville, enclavada en una zona montañosa de Carolina del Norte, ha sido una de las más perjudicadas. Solo allí murieron al menos 35 personas por las numerosas inundaciones y corrimientos de tierra.
